jueves, 27 de agosto de 2009
llueve sobre mojado
Es raro este calor
Pensaba en eso
Una visita inesperada
sonámbula
da vueltas por mi casa
Primera vez
que viene
No hablo
por no molestarla
Mira todo
seguro,
también a mí
y sale
por donde llegó
Sigo leyendo
sigue el calor
sigue el silencio
las pelusas siguen en el suelo
las gotas siguen en el espejo
las migas sobre la mesa
Y este calor
Oscurece sin onda
el cielo no tiene atractivo
Cierro la ventana
No más visitas por hoy
Las mariposas
me asustan de noche
y dicen que temblará...
domingo, 23 de agosto de 2009
light my fire
La realidad tiene peso
peso de pesar
de pesadumbre
Soy triste
Vivo
Pero estoy de paso
sin querer pisar el suelo
Lo daré todo
a mi manera
irreal
irrumpiendo
irrespetuosa
irreverente
Voy carente de peso
La realidad
me la echo al bolsillo
y con tu espíritu
El cariño
está en alguna parte
Alguna vez soñé
una esfera de vidrio
donde dos peces azules
se acompañaban
donde dos peces azules
iban juntos
Alguna vez soñé
la esfera
cayendo
Escapaban
hadas y arañas
sapos y princesas
un pájaro grifo
y un murciélago
Los peces
se quedaban ahí
solos
juntos
quebrados
en mil pedazos
La otra
la esfera del pecesito rojo
estaba intacta al despertar
y sigue así
El cariño está
aquí
conmigo
así la cosa
No entiendo besos
no entiendo abrazos
no entiendo palabras
no entiendo miradas
no entiendo gestos
no entiendo acciones
no entiendo el silencio
tampoco tus cartas
Sé de sentimientos
Y no sé dónde están los míos
Se han escapado
No sé de brazos
no sé de bocas
no sé de manos
no sé de caricias
ni sé de amor
ni deseo
Sé de sentimientos
Y no sé dónde están los míos
Se han escapado
A tus ojos
a tu sonrisa
a tu silencio
Están contigo
y ya no tengo nada
Hoy desperté
lloré
te escribí algo
acerca de la niebla
te lo envié
y me morí
sólo por escuchar tu voz
He tratado de olvidar
una persona inolvidable
He tratado de sustituir
con palabras
una persona insustituíble
Entre todas las nadas afectivas
surges
solitario
como mi nada
Conmigo
Y miro a nadie
Camino con nadie
Converso de nada
con nadie
Llamo a nadie
y nadie me llamará
He escrito mucho
y borrado todo
No pude evitar
lo inevitable
No puedo olvidar
lo inolvidable
nublada
Escucho la lluvia
en silencio
con el tiempo
que tiene una niña
Su sonido
es la melodía
del refugio
Siempre dentro de mí
hoy la niebla
ha escapado
cubriendo todo
Es invierno
temporada de oscuridad
No hay refugio para mí
casi sorda
Hay una madriguera
en el centro de mi pecho
y ahí,
un pequeño conejito
con forma de corazón
Pierdo ese latido
casi inaudible
Quiero animales dorados
que vean de noche
que tengan
en su visión inconsciente
mi visión de la inconsciencia
Animales eternos
su compañía eterna
y me veas
como una más
entre todos ellos
Mi corazón silvestre
en algún lugar de mi pecho
sin saltos
ni sobresalto
late débil
en este desierto
sin agua
sin sombra
las termitas destruyen por dentro
He regresado del olvido
con una dermografía
de veinte mil recuerdos
Ausente en el espejo
la transparencia
es reflejo
del destello
y el resplandor
Todavía el más grande
se come al más chico
y yo
como siempre
sigo entre los últimos
Arrestada
un cinturón en mi cuello
amarran mis muñecas
me apunta un arma
Nada ha sido gratuito
en este servicio
que pagué
Destruída aparentemente
Mi corazón está intacto
hoy es después
No nos está dado
el olvido
Tampoco
la vida
ni vivir
ni sus vivencias
Miro la luna
después
Adivino el sol
después
Enredada
en la espiral
de una letra
mi mente
mi mundo
mi mirada
mi mano
todos mis momentos
Sólo pido
que el mar
se lleve mi mirada
después
imperdible
La invitación
a este evento
la han escrito garras
con precisión
de escalpelo
este sinfín de troncos
entre tú y yo
Ni un castor
pudo hacer tal trampa
Voy de la tolerancia
a la sorpresa
Corro
a una velocidad increíble
Me sumerjo
y afloro con algo
En mi boca
siempre está tu nombre
silencio
Miraban
y en la sábana
las gotas
decían algo
en su ordenado dibujo
los ojos gritaban
los ojos gritaban
nadie más lo sabría
nadie más lo vería
y los ojos
seguían gritando
Alan Parsons Proyect
Pensaba que alguna vez
pensé
He pensado
que alguna noche
algo
pensé
Algo fue pensado
Y pienso
que lo seguiré pensando
Que lo pensaré de nuevo
es verdad...
Hace dos semanas
supe de un pájaro pequeño
Su corazón
latía
demasiado aprisa
Necesitaba agua azucarada
cada diez minutos
Buscaba calorías
libando el néctar celeste
de alguna flor
cualquiera
Su plumaje celestial
se entierraba al bajar
regresando sin plumas
Enfermo
Supe de un pájaro pequeño
Quiere ser liebre
domingo, 16 de agosto de 2009
al varón Munchhausen
Boté el elástico de tu moño, un disco que me regalaste y el papel con un curioso y bonito plegado ad hoc, la música de un cantante turco de nombre irrepetible, mi alegría por el chocolate Sahne-Nuss que me regalaste y que dejé ese martes sobre mi almohada, boté a Miralles y el té Lapsang Souchong, tus hojas de papel escritas con poemas y las pequeñas flores que dibujé en algunos de ellos, la palabra ancestral, tu vida llena de límites y ya estructurada definitivamente, mi miedo la noche que te quedaste a fumar un cigarrillo y el cigarrillo que me convidaste y fumé de asustada y me sentí pésimo y no te lo dije, la culpa que llevas por años y que no me parece tema del cual opinar, el pisco sour que nunca tomé en tu casa junto a todos, tus proyectos y planes a futuro de los que me contaste la única vez que conversamos a solas, todos los encuentros con un grupo que sientes tus amigos y que cada vez fueron más y más desconocidos para mí, el incendio y el pollo con cebollín, tu mochila en el suelo, el pan con aceitunas y mantequilla que te parecía perfecto, tu "demasiada azúcar por hoy", la comida italiana en el Golfo di Napoli, que escribieras it's a pitty y que extrañabas a NN y yo lo entendiera de manera equivocada, tu tuteo hacia Raul y las llamadas que él nunca te contestó, la familia Calderón completa, nuestra única caminata por Pedro de Valdivia cuando me acompañaste a casa y me hablaste de Rodrigo, la cajita de té que no me atreví a entregarte y el trozo de pie de limón que había cocinado y tampoco me atreví a convidarte, la fiebre porcina que no tuviste, tu cero onda por una espantosa y obstinada automutilación, mis dos cuentas en Facebook, tus muchos límites todos tan cerca tuyo, tu guapa apariencia con pelo corto, tanto lugar común, las llamadas que me hacías siempre desde afuera de tu casa, tu saludo de cumpleaños temprano esa mañana de fines de julio, el regalo que no me hiciste, todas las posibilidades de encuentro que sugerías podíamos tener y que yo ignoraba en mis respuestas, tu gesto al repetir una frase de un texto mío, tus innumerables obligaciones autoimpuestas y tu afán de ser recordado como un súperheroe, la bolsita de maní que compraste y comiste mientras regresabas un día a tu casa, el delicioso aroma que tenías cuando abrí la puerta y entraste, la gelatina que comiste un día que estabas enfermo, tu voz tan contenta en mi grabadora contándome de las frutas y verduras que había en una feria, tu figura parada esperando en la mañana que te recoja un colega en auto, tu desconcierto cada vez que te hice mirar el cielo, tu diaria compra de pan para tu familia, también boté tu voz bien timbrada, el asombro que me produjo convencerme de tu vida tan típica y ver que te deslizas por ella entregado en forma irracional y carente de tonicidad, boté a quien busca y elije por compañía a alguien práctico, tu pelo mojado el día que llegaste tarde a una reunión en mi casa, la reunión de despedida a la que no quise ir, la invitación a tomar té en mi casa y que desarmé horas antes por miedo, todas las respuestas a tus cartas, las que escribí, borré y nunca te envié, mi certeza que nada mío entenderías, el dim sum que me regalaste una noche en el Jazmín de Jade en Bellavista, boté a quien no se anima a nada y hace todo a escondidas, a quien es igual a cualquier hombre de su edad, la llamada que no hiciste y que yo no debía hacer, la tradición por la tradición, la cita que ninguno planeó, la tristeza enorme al recibir tus cartas sin poder contestarlas, todo lo que pudimos conversar, vivir y disfrutar, y el infinito en todo eso...
Me quedé con la imagen de tu hermoso y querido brazo en una foto, todo lo que nunca pude decirte y el triste recuerdo de haber conocido a un hombre que no sabía ni quería volar
sábado, 8 de agosto de 2009
cuando Marconi inventó la radio
Guardé tus pequeños ojos oscuros, tu silencio, tus hermosas y grandes manos de dedos firmes, tu pierna encima que dejaba ver calcetines negros o blancos, el vaso con agua del cual bebías, tu gesto al llenarlo, las alfombritas arrugadas y descoloridas, un gato de madera, el aire acondicionado ruidoso, los libros que te devolví, un soldadito de plomo, nuestras conversaciones de perros, el libro al que le arranqué la primera página, tu grandilocuencia frente a otros, tus tontos zapatos de verano, tu indiscutible y entretenida inteligencia, mi bufanda rosa y rojo que llamabas de plumas, una guapísima imagen tuya aparecida en la revista Cosas, tu sweater de color incierto con una mancha, tus piernas de niño regordete, tu chaqueta de cuero negro, Él y Ella que nunca supe dónde los dejaste, un Moleskine que te encantó y otro del cual no dijiste palabra, tus pesados maletines negros de tira larga, la rapidez con que te movías de una pieza a otra, tu dedo apretando el número doble en el ascensor y mi sorpresa al verte, tu cada vez más escaso pelo, tu sweater con rombos de tan mal gusto, tu corta y descuidada barba bicolor, tu precioso timbre de voz, tu tic de aspirar aire en forma sonora, tu mirada al reloj que estaba a mi lado, el papelero con algún papel o bolsa de algo que comiste como almuerzo, la lámpara que prendías, el reflejo molesto del sol en los edificios frente a mí, las persianas que bajabas cuando yo salía, tu buen humor, los juegos de palabras, la playa por la que nunca caminamos abrazados, tu sonrisa al hablar de la pelotera, el bobo pin de Chaplin, tu rapidez en respuestas desconcertantes y divertidas, tu reloj cuadrado, el diván quebrado, tu sonrisa desordenada, un zorrito que yace olvidado en algún cajón de la biblioteca de esa pieza, mis botines que te encantaban, tu ceño fruncido, esa fuentecita con dulces en papeles de color, tu voz en la grabadora, dos o tres bellísimos y tímidos bersos que entibiaron tu corazón, tu conversación de Renoir y los vídeos que veías por partes, tu infantil vanidad, tu atractiva estatura y porte robusto, todo lo bonito y ensoñado que dijiste, también todo lo espantoso y cruel, el sandwich en el Tip y Tap que nunca compartimos, tu enorme empatía y calidez, un pequeño pájaro de palo santo, una cuestionable ética, tu conversación atractiva, los mil temas en común, la buena onda, tu enojo, el trago al que nunca te animaste a invitarme, Elizabeth Kübler-Ross y Musicofilia, tu terrible equivocación, tu credulidad en personas inescrupulosas y el no razonar, la felicidad del primer amor, el dolor eterno de no ser creíble, un pisapapeles con un pajarillo de cabeza roja, tu imponente y autoritaria presencia, el manejo absoluto de todo, la injusticia, la falta de respeto, la esfera con dos peces azules, el menú de Cartagena de Indias, los ex-libris, tus hermosísimos mails a Sao Paulo, las inexistentes salidas a pasear con los perros, guardé tu eterna incongruencia y mi eterna falta de decisión, tu proceder errático y tu intermitente indecisión, la esfera con un pecesito rojo, las no sé cuántas horas juntos, la alegría tuya al teléfono, la alegría mía al teléfono, las pesadillas que he tenido este tiempo, el sentirme indefensa frente a la intriga, la vereda de espuma por la que llegaba, la vereda de esponja por la cual volvía, tu preciosa mirada, el no saber qué hacer y el ya no querer hacer algo, las lágrimas en el taxi de regreso, el llanto al despertar algunas muchas mañanas, la certeza de lo que no viste, la tristeza eterna de lo que no se cerró ni se cerrará, guardé la conversación que nunca tuvimos y ya no tendremos, la musiquilla de La Vie en Rose, lo que quedó para siempre en el aire, todo mi enorme cariño y tu voz diciendo de tu puerta eternamente abierta, eternamente abierta, eternamente abierta para mí, una musaraña
El resto lo boté
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